Artículos
Inicio / Publicaciones / Artículos / Espiritualidad, creencias y decisiones ¿Desde dónde elijo?
El amor nos transforma
Daniel Vázquez Malabehar
Mucho se ha escrito y dicho sobre el amor, pero no por ello deja de ser importante que podamos seguir reflexionando sobre uno de los aspectos más importantes de la vida humana. Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de hablar del amor es que para Viktor Frankl, este no se entiende como “un mero efecto secundario del sexo, sino que el sexo se ve como medio para expresar el amor” (2001: 157). Es decir, el amor no se reduce a la sexualidad; la incluye y la abarca, pero no se limita a ella.
El amor es un fenómeno humano primario, transformador y radical para nuestra vida ¿Cómo sería capaz un padre de madrugar todas las mañanas para ir al trabajo y traer el pan a la mesa, si no es por amor a su familia? ¿Cómo sería capaz una estudiante de desvelarse a altas horas de la noche estudiando para su examen de ingreso a la universidad, si no es por amor a una determinada vocación?
El amor nos mueve, nos impulsa, el amor nos invita a mirarnos y a mirar más allá de nosotros mismos, por ello Viktor Frankl nos dirá, “El amor es, en realidad, un aspecto de un fenómeno humano más amplio, al que designo como autotrascendencia” (1994: 87) Y la autotrascendencia podemos entenderla como una apertura y orientación hacia algo o hacia alguien. ¿Cómo es esta apertura y orientación en mi relación con el otro? Preguntado de otra manera: ¿Cómo se vive el amor hacia el otro?
Julián Marías nos dice que el amor “no consiste ni en posesión ni en fusión. Es algo bien distinto: donación ¿de qué? Ahí reside la mayor originalidad: no de ninguna cosa, ni siquiera de apoyo, servicio, calor humano, sino de uno mismo” (1993: 148). Donación de mí mismo no se refiere a perderme a mí mismo en el otro; eso sería fusionarme en el otro, sino de la apertura hacia el otro, disponer de mi interioridad para el otro porque el amor no es una convivencia de superficialidades, sino una comunión de interioridades. El amor es quien verdaderamente nos permite conocer a otra persona “Nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama” (Frankl, 2001: 156).
Exponer nuestra intimidad y encontrarnos con la intimidad de alguien más es una experiencia transformadora “El que empieza a amar siente que le ha acontecido una transformación que no siempre sabe explicar” (Marías, 1993: 142). El amor puede ser tan transformador que no solo contempla quién soy, sino que puede llegar a ser “profético; puesto que el valor que el amor hace ver y resplandecer no es todavía realidad sino mera posibilidad; algo que todavía no existe, sino que se desarrolla, puede y debe desarrollarse” (Frankl,1990: 81). Es decir, el amor mira con esperanza al amado, no solo quién es, sino quién puede llegar a ser y nutre ese deseo, puesto que mira amorosamente al otro como un proyecto inacabado y no como un ser estático al que nada puede sumársele. Podemos finalizar señalando que “se es más persona en la medida en que se ama más profunda y personalmente” (Marías, 1993: 153).
Referencias
Frankl, V., El hombre en busca de sentido, Ed. Herder, Barcelona, 2001
Frankl, V., Psicoterapia y Humanismo, FCE, México, 1994
Frankl, V., Logoterapia y análisis existencial, Ed. Herder, Barcelona, 2001
Marías, J., Mapa del mundo personal, Madrid, Alianza Editorial, 1993