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Espiritualidad, creencias y decisiones ¿Desde dónde elijo?

Rosi Shakruka


Cada manifestación de nuestro estar en el mundo está tocada por nuestra parte espiritual.

Cuando escuchamos hablar sobre espiritualidad es muy común que pensemos, o en un aspecto religioso, o en vestirse de blanco, poner incienso y escuchar mantras... pues resulta que en Logoterapia el ser espiritual es algo totalmente distinto.

Vicktor Frankl introduce la concepción de un área espiritual: sabia, que permanece más a allá de las creencias, del comportamiento o del ambiente. Con esto inmediatamente se dota al hombre de un sentido de libertad y responsabilidad.

Una responsabilidad que se expresa en la acción y en el aquí y en al ahora de cada momento. Una libertad de tomar postura y decidir. Todo esto a partir de la conciencia.

En lo personal, entiendo la conciencia como una instancia que dirijo por medio de la atención a través de estar en contacto y darme cuenta de mis propósitos, interacciones, deseos, procesos, vivencias…y por medio de estos detecto áreas significativas que requieren de hacerme responsable. A partir de lo anterior relaciono la manera en que intuye la acción que voy a tomar porque ésta es mi punto de referencia al momento de elegir y hacerme responsable.

Nuestro ambiente se modifica a gran velocidad, lo mismo que nuestras capacidades, asimismo, nuestras creencias evolucionan, se transforman, mutan. Debido a esto debemos preguntarnos y apelar al autoconocimiento. La validez de una creencia no debe depender de que nunca se cuestione, ya que corremos el riesgo de repetir patrones de pensamiento de forma automática, lo cual podría limitarnos y generar una distancia con nosotros mismos.

Hacemos un llamado a nuestras creencias en forma automática cada vez que tenemos que realizar una elección. Cuando las creencias cambian, también lo hacen muchos aspectos de nuestra vida, como nuestras elecciones, conducta y estados emocionales.

No se trata de no creer en nada, sino de pasar de creencias limitantes a creencias de apertura, dinámicas, orientadas hacia el futuro, el desarrollo de nuestras potencialidades y encaminadas a la propia búsqueda de sentido mediante el ejercicio de nuestros valores.

Nuestra vida está llena de posibilidades de sentido y de valores esperando a ser realizados por nosotros. Esto me mueve a pensar en la oportunidad y en la libertad de que todo el tiempo estamos eligiendo. El mencionar que somos seres siendo es esperanzador pues no nos define lo que fuimos sino lo que elegimos hoy, tanto en nuestra actitud como en nuestra acción en concreto (que una es reflejo de la otra). En esta misma línea del no determinismo me parece que la noodinámica es la que toma al hombre dándole posibilidades y movilizando su verdadero potencial.

Pienso que encontrar sentido es ubicar el para qué en cada situación, es decir, mirar nuestra vida como un ser preguntados y en la medida en que podamos responder responsablemente, encontraremos un sentido.

No puede poseerse el sentido, sino solo vivirlo, cumplirlo.

En el acompañamiento con pacientes, he cuestionado junto con ellos algunas creencias, las hemos trabajado y lo que me he esforzado por transmitirles es que ser ellos mismos tiene que ver con encontrar su propio sentido y su camino en la búsqueda de significado, tener claros los valores que dan sentido a su existencia y de ahí partir hacia la construcción de lo que quieren lograr con ellos mismos. Y lo más seguro es que lo que logren con ellos mismos sea una mucho mejor versión que solamente querer copiar a alguien o repetir sin preguntarse, y será mejor porque tendrá que ver con cada quien, con lo que los define, con el resultado de sus propias experiencias y hasta de sus búsquedas.

Somos seres “en proceso”, en una lucha y búsqueda constante por “irse haciendo”, es esa búsqueda constante de uno mismo, de lo que nos motiva, de nuestro sistema de valores; y con todo esto de cómo nos conducimos en el mundo, con nosotros mismos y frente al otro, pero también el hecho de que esta búsqueda no es estática, sino que está en constante movimiento y nos obliga a autotrascender por medio de una tensión sana entre el ser y el deber ser.

Vivir “por algo” y “para algo” con compromiso, capacidad de elección y responsabilidad es dar un sí incondicional a la vida a pesar de todo. Una visión que muestra que, sea lo que sea que la vida pregunte, vale la pena vivirlo.

Ver al hombre como una totalidad, sin reducirlo ni catalogarlo y hacerle ver que es el dueño de su propio destino.


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